Nota de opinión
Siempre creí que no existe fuerza más potente que la convicción.
Si uno cree, crea. Y si a esa ecuación se le agrega pasión, se obtiene la alquimia perfecta y la voluntad se torna imparable.
Este viernes participé en mi primer evento presencial de Bitcoin, luego de muchos años de pasarle por al lado, y otros más de algo parecido a una relación platónica; Sabía que lo quería pero siempre terminaba alejándome o postergando el encuentro.
Todo pasó tan rápido que hasta suena a novela. Pero creanme, es tan real que ya no es futuro, es el presente que nos conecta mucho más y a muchos más de los que pensamos.
Creer y crear
El primer paso de esta nueva senda lo di en febrero, cuando decidí volver a estudiar luego de décadas.
Primero fue Product Manager, luego Ecommerce Manager, cursadas que me ayudaron a vencer el síndrome del impostor y enfocarme en mi reinvención.
El periodista -desde hace casi tres décadas- creía imposible ser otra cosa o volver a enamorarse de una profesión.
Estas primeras habilidades en el mundo IT me llevaron luego a cursar “Bitcoin y Criptomonedas”, una formación que terminó de confirmar lo que ya sentía: El futuro es cripto, es remoto, es libre, es soberano. Así lo imagino, y así lo quiero.
La segunda acción concreta fue en agosto de este año, cuando decidí transformar en realidad “Pulso Digital”, un podcast sobre tecnología que originalmente vería la luz en el mismo mes pero del 2020.
Un mes después estaba en Puerto Madryn, disfrutando de una jornada inolvidable denominada #Descentralizar, organizada por la ONG Bitcoin Argentina, que año a año recorre distintas ciudades del país, democratizando el acceso al mundo blockchain.
Mi hermano Domingo -el deportista de la familia- me dijo una vez que “el canotaje es un deporte inclusivo, que iguala, que equipara, que acorta distancias entre los mejores y los amateurs”. Y eso siempre me pareció una de las mejores cualidades en cualquier actividad.
Este viernes sentí que en el mundo cripto hay algo de eso. Con un marco imponente, el hotel Rayentray de Madryn albergó el último viernes 15 de septiembre en su sala de convenciones a empresarios y comerciantes, a entusiastas cripto y a adolescentes de barrios vulnerables del VIRCH que se forman en educación financiera y, sí claro, también en cripto.
Y todos conviviendo en un mismo espacio, sin diferencias, y enfocados en aprender en cómo ser más libres, más soberanos.
Y eso se logró por el esfuerzo conjunto de mucha gente. Sponsor, media partners, socios logísticos y, por supuesto, la visión de mi “amigo cripto” Diego Torres y toda la infraestructura social y educativa de una ONG que hace años viene creando lazos solidarios para ayudar a la Argentina a ser más libre.
Y digo infraestructura social y educativa porque es la mejor forma de describir al grupo humano que se movilizó desde Buenos Aires sin retaceos, sin “achicar el show” por el tema de las distancias, sin conferencias low cost porque “el sur vale menos”.
La ONG Bitcoin Argentina vino a Chubut a hablar de libertad, de soberanía. Y lo hizo con sus mejores exponentes y con la mejor de las predisposiciones. Lo hizo con pasión, esa que mencione al principio y que transforma lo común en especial y lo especial en extraordinario.
Tal vez no lo sepan, pero sentaron las bases de algo que subyace en esta provincia hace mucho: un proyecto de alta tecnología inclusivo, equitativo y solidario.
El 15 de septiembre de 2023 se puso la piedra basal del futuro de Chubut. Y es asombroso.
Yo lo descubrí.
¿Te animás a hacerlo vos?